En este breve texto, detallaremos las principales diferencias entre una taza de café inglesa frente a las italianas.
Italia fue uno de los primeros países en Europa en consumir café de manera habitual; gracias a sus tratos comerciales con el Medio Oriente. Y de ahí, a distribuir por vía terrestre y marítima a todos sus socios comerciales, llegando hasta Inglaterra.
Cuenta la leyenda que un pastor de cabras llamado Kaldi observó que sus cabras se volvían más enérgicas después de comer los frutos rojos de ciertas plantas. Al probar los frutos él mismo, experimentó una sensación similar y compartió su descubrimiento con los monjes locales.
Gracias a su alta energía se precisaba poca cantidad de agua para preparar este brebaje, y de este modo las tazas italianas suelen ser de tendencia minimalista, diseñadas para una menor capacidad, principalmente fabricadas para tomar un «espresso» y así aprovechar al máximo sus propiedades.
Por el contrario, cuando se introdujo el café en el Reino Unido, el té estaba muy arraigado. Al principio, fue un artículo casi exclusivo de las familias más acaudaladas. Estas solían acompañar al café con un poco de leche como acostumbraban con el té, por lo que se siguió sirviendo en tazas.
Las tazas inglesas suelen ser más elegantes, con formas más voluminosas, coloridas y con asa grande para poder sujetarlo con firmeza. Las italianas, como hemos mencionado antes, suelen tener una predisposición más sencilla junto con una menor capacidad. Habitualmente suelen tener colores sólidos, o carecen de color, simplemente son blancas. Sin asas, reflejando el acto de tomar el café como algo cotidiano y estar en contacto directo con su propia esencia.